La derrota es parte del Fútbol.

Siempre en la vida se anhela victorias y el fútbol no es la excepción. Es por eso que cuando un equipo juega un partido y termina perdiendo, la decepción, desesperación y frustración aparecen a flor de piel, y todos los pensamientos se resumen en qué hice mal y porqué lo hice mal, olvidándose completamente que son más las cosas positivas que las negativas.
Por ejemplo: La Selección Colombia ganó sus dos últimos encuentros en fase de grupos con sobra de merecimientos. El duelo ante Polonia mostró a una selección Colombia clara, concisa, digna de representar a más de 50 millones de compatriotas a lo largo y a lo ancho del mundo. Por su parte, el duelo contra Senegal se mostró a una Colombia luchadora, que peleó hasta el último minuto y que gracias a un cabezazo de Yerri Mina y la unión como equipo pudo sortear la fase de grupos, cuando ya todo el mundo los daba por muertos.
Teniendo en cuenta lo anterior, ¿La derrota por penales en su último partido ante Inglaterra desmerece los dos triunfos anteriores?
No, claro que no. Estos dos partidos nos demostraron que la selección Colombia  tenía reaccion, fuerza, vergüenza  deportiva. A pesar fallar la primera prueba en un Mundial ante la Selección Japonesa, el cuerpo técnico encabezado por  José Néstor Pékerman pudo darse cuenta de las falencias y empleó todo lo que estaba a su alcance para trabajar como equipo y obtener la clasificación.
Una derrota jamás debe ser el final de todo. Hay muchas formas de perder, pero la forma como lo hizo la selección Colombia fue digna de reconocimiento: murió luchando, dándolo todo. Eso fue lo que hizo Colombia: puso alma, vida, corazón. Si iban a ser eliminados, que por lo menos sea con las botas puestas.
La derrota jamás debe borrar lo que hemos  logrado. Por ejemplo: Cuando un equipo pierde en una final, se considera que no logró nada. «Del segundo nadie se acuerda», dice una frase común en el ámbito del fútbol, pero es injusta en muchos sentidos.
Y es que es un grave error minimizar todo el proceso que condujo a ese equipo llegar hasta ahí. Todo el esfuerzo y la entrega, todos los equipos a quienes enfrentaron y ganaron, es de un gran mérito. Colombia le ganó a Polonia, uno de los mejores equipos europeos de la actualidad; bajo la batuta de Robert Lewandowski ganó 8 de sus diez encuentros clasificatorios, siendo primero de su grupo con 5 puntos de ventaja. Entretanto, Senegal ganó su grupo en las eliminatorias africanas sin perder un solo partido, con Sadio Mane como estandarte. Y se perdió por penales ante Inglaterra, campeona del mundo en el 66, con uno de los mayores goleadores del planeta, Harry Kane. Nada de esto debe olvidarse: Colombia jugó de tú a tú con los mejores, pudo ganar y no ser derrotado tan fácilmente.
La derrota es sinónimo de seguir luchando, es una oportunidad para corregir, aprender y mejorar. Es en estos momentos donde se debe confiar y apoyar. Detrás de una derrota hay tristeza, rabia, resignación, pero también hay crecimiento, inteligencia, y mayor precaución en lo que no se debe volver a fallar. Muchas GRACIAS COLOMBIA por los triunfos, por hacernos creer, por  hacernos soñar. Segundo mundial consecutivo en el que superamos la fase de  grupos, y ustedes, jugadores, lo hicieron posible. Ahora sólo queda trabajar, porque  debemos lograr lo que solo la  gran selección comandada por el «Pibe» Valderrama logró en los 90: llegar al tercer mundial de forma seguida. Nos espera Qatar 2022. Volveremos y seremos más fuertes que nunca.
      Por: Víctor Amariz

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